martes, 19 de abril de 2011

Crónica de una carrera anunciada. Maratón Madrid 2011


6:50 de la mañana, noche interminable, vueltas y más vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, ha llegado el momento, desayuno ligero y a vestirse para la ocasión, está todo preparado, vaselina en las zonas de más roce, crema solar, por si las moscas, aunque dicen que el tiempo va a ser más bien fresco, reloj, zapas, gorrita, gafas....

Salimos de casa la familia con destino a Puerta de Alcalá donde me bajo del coche, después de desearme suerte mis hijos y mi mujer, para acercarme hasta correos, punto de encuentro de corredores. Ahí hemos quedado los compañeros para hacernos la foto de rigor y distribuirnos según los tiempos que tenemos pensado hacer.

Los nervios están a flor de piel, estamos ya casi todos, llega Josu con Mikel y nos retratamos, hay nervios en el ambiente, comentamos jugadas y vamos a dejar la ropa a los camiones del ejército preparados para ello.


Nos colocamos en el cajón de los corredores que tenemos en mente hacer 3h 30´, un sueño. Josu, Luís y yo hablamos con una corredora veterana con 6 maratones en sus piernas que rondará los cincuenta y que tiene previsto hacer 3h 30 minutos. A nuestros pies y nunca mejor dicho algunos corredores evacuan aguas menores agachándose y sacando el aparato por el lateral del pantalón corto, pequeños ríos de orín corren por debajo de nosotros, me parece algo de bastante mala educación, pero......

Suena el temido disparo y salimos, despacio, andando. Tardamos un par de minutos en empezar a correr y pasar por debajo del arco de salida, ponemos el crono en marcha y empieza la carrera, ya no hay vuelta atrás, estamos en el río humano cuya corriente nos empuja sin dilación a lo alto de Madrid.

Los 5 primeros kilómetros son de subida, pero no se hacen pesados, llevo dos días descansando y me da la sensación de que hace dos meses que no corro, es extraño. Vamos muy bien a buen ritmo, el previsto según la chuleta de Josu para la subida. Mi amigo se ha fabricado una hoja de ruta en la que lleva anotado qué tiempo tenemos que hacer y a qué hora debemos de llegar a cada Km para hacer el crono que tenemos pensado. La cosa va bien, incluso vamos algo más deprisa de lo estimado, con lo que Josu empieza con su control y comenzamos ese tira y afloja que llevamos en todas las carreras, yo quiero más y el quiere ahorrar fuerzas para poder llegar fresco al final, así nos tiraremos hasta la salida de la casa de campo, con esa tónica que hemos hecho nuestra en todas las carreras, yo tirando el reteniendo. La insensatez contra la cordura.

Culminamos la Castellana en el tiempo previsto y empieza la bajada, vamos a un ritmo muy muy bueno, los tres, charlando de vez en cuando, ahora es el momento de poder hablar un poco, más adelante las energías ya no se pueden perder en esfuerzos vanos. Nos separamos de los corredores que van a hacer los 10 Km justo en el Santiago Bernabéu y rompen los aplausos de uno y otro lado, a nosotros nos quedan 37 km por delante y a ellos 5.

Seguimos rodando a un ritmo muy bueno, vamos muy bien, y yo empiezo a disfrutar de la carrera, a recordar todos los días de entrenamiento duro que he hecho y que veo que dan sus frutos, esos jueves de cuestas duras duras, en las que me chupo 11 km de cuestas, 5,5k para  arriba y otros tantos para abajo en tandas de 800 m. Esas progresiones hasta conseguir correr a un ritmo de 4´el Km. Ahora veo que el sacrificio que he hecho ha merecido la pena porque me encuentro en un estado físico que me sorprende a mí mismo. 

Sin querer estamos ya en el km 12 pasamos por el puente de Fco Sílbela por encima de la Castellana, me hace ilusión correr con tanta gente por el lugar donde pasamos todos los días con el coche para ir al "cole" y al trabajo.



De nuevo y casi sin quererlo llegamos al K18, ahí que quedado con los míos para vernos y que me den fuerzas, y así es, al final de la calle Fuencarral veo una luces blancas intermitentes, son mis chicos, llevan una linterna, tal y como habíamos quedado, para que así yo desde lejos pueda verles y "chocarla" al pasar. Me dan ánimos y les digo que voy muy bien....

Nos acercamos a la media, pero antes hay que pasar por Bailén, punto en el que este año la organización ha tenido a bien meternos bajo tierra y hacernos pasar por el túnel para  no coincidir con la procesión (por arriba) del domingo de ramos, siempre hubo clases y puede más la religión que el deporte, el cual no entiende de religiones, razas ni colores.





Enfilamos Ferraz, y hacemos la media en el tiempo previsto, vamos bien, Pintor Rosales y bajada por el parque del Oeste, una gran recta, Avenida de Valladolid y Paseo de la Florida, seguimos sin ver el globo de 3h 30´ y no me gusta, lo comento con los compis pero me dicen -ya lo cogereeeemos, no te preocuuupes.

Llega el momento clave, la casa de Campo, me habían dicho que si sales con fuerzas de ella se puede apretar para sacar un buen crono en los kilómetros finales, al entrar, nos dan de nuevo de beber, esta vez la botella lleva tapón y muchos corredores los tiran al suelo, imagino que sin saber que pisar un tapón puede ser como pisar una piedra, con lo que tocan unos metros de intentar esquivarlos. Por fin pisamos tierra y entramos. Recorridos un par de km nos preguntamos como vamos los tres, Luís responde que -bueno.... -Malo, pienso, si no dice bien es que la cosa se complica, le pregunto también a Josu y me dice que le ha empezado un dolor en el lado... buffffff. 

Seguimos corriendo por el temido parque, me encuentro bien e intento subir algo el ritmo, y al mirar para atrás donde suele ir Luís, veo que se ha separado unos metros, pero me levanta la mano, con lo que imagino que va bien. Josu sigue jodido, el dolor le va y le viene, -venga Josu en la siguiente bebemos mucha agua, así se te pasará....pero no. Salimos de Casa de Campo para enfilar ya el 34, nunca he corrido más de eso, y no sé lo que viene después lo que sí sé es que he salido del pulmón de Madrid con fuerzas y ganas y pensando que no queda nada, en menos de ocho mil metros estamos en meta, donde los míos me esperan no he notado en mis piernas el temido Muro.

Sé que desde el 35 es cuesta arriba, lo que no sé es que pendiente hay, también en ese punto más o menos se nos unirá Mikel para poder tirar de nosotros hasta la meta y llegar los tres triunfantes, he soñado con este momento en más de una ocasión, Josu entrando con su hijo y yo con los míos que sé que están unos metros antes de la meta para darme la mano y pasar bajo el arco de la Victoria. Este pensamiento me da alas y aprieto, pero Josu no puede subir el ritmo, le comento que a mí también me duele, mintiéndole para ver si mi empatía le anima, pero que hay que tirar para alante, que no nos queda nada.

Enseguida vemos a Mikel, hoy cumple 14 años, y se nos une. Se viene a mi lado y le digo que vaya con su padre que va tocado, con lo que se retira de mí y en unos metros Josu me dice que tire, que no puede llevar ese ritmo, con todo el dolor de mi corazón y sin mirar atrás, empiezo a subir la velocidad, nos despegamos, y pienso que no es esto lo que había soñado, pero si quiero hacer el tiempo previsto tengo que hacerlo.

Esta zona de Madrid es la más animada, hay mucha gente apoyando. Gente anónima que decide pasar un rato de su mañana dominical para, con sus gritos de ánimo, subir en una nube a esos locos de las zapatillas. Hay carteles de: ánimo papá, vamos GREG, músicos anónimos con sus gaitas y tambores que imprimen su ritmo en el asfalto para que nosotros podamos seguirlo. 

Sin querer estoy subiendo el Paseo de las Acacias, no queda nada pero la visión de la cuesta me desmoraliza un poco, pero como siempre, pienso, a qué hemos venido.... a correr ¿no?, pues venga... sólo que ahora voy sólo, no puedo comentarlo con mi amigo y tiro. Tiro ya subido en esa nube que os comentaba, mucha mucha gente a mi lado, corredores que ya no pueden más y van andando. Esto es lo peor, ver que las fuerzas les abandonan y que han decidido reponerse dando unos pasos, te hace pensar en parar tú también para descansar unos segunditos, pero me viene a la mente el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" de Aruki Murakami, gran escritor y corredor de Maratones en el que decía que muy mal tendría que encontrarse para parar y que una maratón la terminó sólo con la fuerza que le imprimían los brazos. Yo no estaba tan mal, con lo que me animé y de nuevo sin querer me veo en Atocha, no queda nada, aquí la gente ya anima con toda su alma, te dicen -vas muy bien para 3h 30´, -dale fuerte. Y así llego a la puerta del Retiro. Es indescriptible la sensación al entrar por esta puerta, toda la carrera ha merecido la pena sólo por ver a la gente a ambos lados del Paseo animándote, parece que sólo te gritan a ti, que sólo te empujan a ti, y que estás tú sólo con ellos... 

Sé que unos metros más alante están los míos, empiezo a buscar a ambos lados sin recordar si habíamos quedado a la derecha o a la izquierda. No los veo, me quito las gafas de sol y bajo el ritmo para fijarme mejor, para que mis chicos vengan a mi lado. Tenían mucha ilusión también, pero nada... Veo a lo lejos el crono bajo el arco de meta, 3h 31´, he perdido tiempo buscándolos y sigo haciéndolo a pocos metros de la meta aunque ya sin esperanzas... No he visto las luces de sus linternas, algo he hecho mal.... paso bajo el arco 3h 32´36´´. He terminado, me doy la vuelta ahí mismo por si lograra verles, pero nada.... Decido esperar a Josu. No tarda nada, Mikel no ha podido hacer mejor su trabajo, ahí llegan, sólo un minuto después de mí. Veo a Josu roto, su cara lo dice todo, entre su hijo y yo le ayudamos a caminar hacia adelante, enseguida le tapan con una bolsa/manta y nos dan la ansiada medalla de la victoria, más alante agua y bebida isotónica. 



Nos sentamos a la sombra, Josu se siente culpable sin razón y sin sentido de mi crono, cree que me ha retrasado y no para de decirlo. No sabe que he sido yo el que bajé el ritmo en la entrada al parque.

Estamos contentos, lo hemos logrado, hemos terminado. Mikel me presta el teléfono para llamar a mi mujer. La digo que ya he llegado hace un rato, imagino que se desilusiona tanto como yo, oigo de fondo a los niños diciendo ¿ya ha llegado?. No importa, han estado conmigo toda la carrera, mejor dicho todas las carreras, tanto en las que competía como las que corro solo todos los días, ahí están y estarán siempre. Si en esta no ha podido ser ya será en otra. Porque seguro que habrá más.